El 6 de octubre de 1968, Ignacio Malfavón, entonces camarógrafo del periódico Excélsior, tomó esta imagen de sus hijos frente al edificio Chihuahua de la unidad Tlatelolco. | Foto Ignacio Malfavon
POR MARIO TRUJILLO BOLIO
1968 no sólo es la densidad homicida de Tlatelolco. Es también la primera resistencia masiva a la arbitrarie- dad policial y gubernamental que la capital conoce en varias déca- das, la vivencia multitudinaria de expresiones como “emoción popular”, “resistencia civil” o “aparato represivo”, la sucesión de actos o imágenes que definen dan el tono y el sentido de un momento histórico y la capacidad de grupos-conjuntos para la grandeza o, incluso, para la indignidad. (Carlos Monsiváis: 1968: Dramatis Personae, 1978, p. XVII)
LA GESTA ESTUDIANTIL DEL 1968, YA SE RECONSTRUYE A PARTIR DE MÁS DE DOSCIENTOS LIBROS, CIENTOS DE ARTÍCULOS EN REVISTAS Y MULTITUD DE TEXTOS EN SUPLEMENTOS CULTURALES
Al cumplirse cincuenta años del movimiento estudiantil mexicano y en la valoración de los acontecimientos trágicos de la tarde-noche del 2 de octubre de 1968, hay que evidenciar qué por la trascendencia de los hechos, lo acontecido ya se encuentra evaluado en su justo término en la memoria histórica de los mexicanos. La gesta estudiantil que cubrió de julio a octubre de 1968, ya se reconstruye a partir de más de doscientos libros, cientos de artículos en revistas, multitud de textos en suplementos culturales de periódicos, la producción de diversos cortometrajes y películas, e incluso, se han abierto para su consulta los archivos públicos que dan cuenta sobre este movimiento en acervos documentales de las secretarías de la Defensa y Gobernación. En una síntesis analítica de todos estos materiales elaborados y publicados pueden decirse que después de cumplirse la media centuria de estos acontecimientos, buena parte de las conclusiones se pueden retomar en las consideraciones siguientes:
-Qué el movimiento estudiantil trascendió lo suficiente sociedad mexicana pues cuestionó públicamente las estructuras autoritarias del Estado mexicano y que, por su trascendencia libertaria, se convierte en el antecedente de la transición democrática mexicana. Lo anterior se expresa en la defensa de los seis puntos del pliego petitorio del movimiento estudiantil que son una demanda contra los aparatos represivos del Estado.
-Qué pese al tradicional sectarismo de la izquierda mexicana en las décadas de 1950 y 1960, el Consejo Nacional Huelga en los meses de agosto y septiembre de 1968 no dejó de ser plural e incluyente en sus asambleas, y que su constitución fue diversa pues se conformó con estudiantes y profesores de la UNAM, Politécnico, Chapingo, la Normal, Escuela Nacional de Antropología e Historia, la Iberoamericana y El Colegio de México. (Sergio Zermeño, México: una democracia utópica. El Movimiento estudiantil del 68, 1978; Ramón Ramírez, El movimiento estudiantil de México, 1968; Francisco Pérez Arce, El Principio 1968-1988: años de rebeldía, 2015; y Paco Ignacio Taibo II, 68, 1991).
-Su carácter libertario permitió también la apertura cultural en el México contemporáneo tal y como lo advierte Jorge Volpi en: La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968, (1998), y concretamente para que hubiese una libertad de expresión en la prensa, cine, literatura, y poesía.
Un breve referente puede apreciarse en estos fragmentos: Entonces se oyó el estruendo,
Entonces se alzaron los gritos.
Muchos maridos buscaban a sus mujeres.
Unos llevaban en brazos a sus hijos pequeños.
Con pérfida fueron muertos, sin saberlo murieron. José Emilio Pacheco, La Cultura en México, suplemento de la revista Siempre!
Todo quedó en esta plaza: tantas piedras lastimando el aire
tanta piedra que oyó el múltiple estertor de muchachos y quedó en su raíz la amargura y la dulzura de este silencio
Carlos Montemayor (Elegía de Tlatelolco, La Jornada Morelos, 6 de octubre de 2013)
Los referentes más significativos podemos encotrarlos en las poesías que dejaran sobre el 68, tanto Carlos Montemayor (Elegía de Tlatelolco, La Jornada Morelos, 6 de octubre de 2013) cuanto José Emilio Pacheco, La Cultura en México, suplemento de la revista Siempre!
-Existen notables contribuciones que demuestran cómo de antemano, se preparó la represión el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas. Que el operativo se fraguó con el Batallón Olimpia y la gubernamental inteligencia militar. Y todo, no solamente para reprimir la concentración en Tlatelolco, sino para que el movimiento estudiantil estuviese totalmente desarticulado antes de que iniciaran los Juegos Olímpicos que se celebrarían en México. (Julio Scherer y Carlos Monsiváis, Parte de Guerra, Tlatelolco 1968: documentos del general Marcelino Barragán: los hechos y la historia, 1999)
-Se ha constatado que el presidente Gustavo Díaz Ordaz le asignó a su Secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, la tarea siniestra que consistió en coordinar la represión del movimiento estudiantil con la abierta intervención del ejército mexicano y policía capitalina, de francotiradores, y la activa participación del Batallón Olimpia. Además, se ha evidenciado que el mismo Echeverría fue quien contrató al cineasta Demetrio Bilbatúa para que se filmase desde lo alto del edificio de la entonces Secretaría de Relaciones Exteriores la masacre ocurrida tanto en la plaza de las Tres Culturas y en los alrededores del conjunto habitacional de Tlatelolco. (Joel Ortega, Adiós al 68, 2018, Francisco Pérez Arce, El principio 1968-1988: años de rebeldía, 2015, y las cintas de José Manuel Cravioto: Olimpia y Únete pueblo 2018). Igualmente, se tiene investigado que las actividades del movimiento estudiantil en el brigadas y mítines en fábricas fueron vigiladas por personal de gobernación, y que militantes del PCM, profesores universitarios y dirigentes del Consejo Nacional de Huelga estuvieron bajo el constante espionaje de la Dirección Federal de Seguridad y de la CIA estadounidense. Todo ello está en la documentación del Archivo General de la Nación: Fondo Gobernación, Sección General de Investigaciones Políticas y Sociales, Problema Estudiantil, y fondo SEDENA; en el filme de Raúl Jardón Guardiola, Espionaje contra el movimiento estudiantil, 2003, Sergio Aguayo, El 68, (2018), la película de Leobardo López Arretche, El Grito. México en Movimiento, 1970; y en el libro de José Revueltas: México 68: Juventud y Revolución – apartado: Valoración del Movimiento Estudiantil de julio- agosto-, t. 15, 1978).
-A la represión de octubre de 1968 ya se le puede considerar como un crimen de Estado y que alcanzó el procesamiento y consignación judicial de Luís Echeverría por el delito de genocidio y mantenerlo bajo arresto domiciliario. (Raúl Álvarez Garín, La estela de Tlatelolco. Una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil del 68, 1968). Sin embargo, en los distintos estudios no hay aún consenso si el saldo sobre los caídos. Si fueron de 58 personas y dos militares muertos con nombres y apellidos -Joel Ortega, Adiós al 68, 2018, p. 23; y Carlos Mendoza, Tlatelolco, las claves de la masacre de 2002- ; o bien, si llegaron a los cuatrocientos los que perecieron y cuantos de los mismos realmente fueron arrojados desde aviones militares a las aguas del Golfo de México. (Taibo II, 68, 1993, p. 103).
No obstante, se tiene el referente de quienes han hecho un balance crítico del 68 y ello no solamente cuando estuvieron como presos políticos e hicieron una huelga de hambre el 10 de junio de 1969- en la cárcel de Lecumberri. Lo más notable de lo anterior fueron los testimonios ya publicados de los que tuvieron una participación destacada como fueron los casos de José Revueltas, Heberto Castillo, Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, Gilberto Guevara Niebla, Pablo Gómez, Luis González de Alba, Miguel Eduardo Valle, el Búho, y de los exiliados a Chile como el espartaquista Roberto Escudero. Sus interesantes confesiones están publicadas en distintos libros y revistas: Pablo Gómez Álvarez 1968: La historia está hecha de derrotas, 2008; Heberto Castillo: Libertad bajo palabra. Historia de un proceso, 1973; Salvador Martínez della Rocca, Otras voces y otros ecos del 68, 45 años después, 2013; Miguel Eduardo Valle, El año de la rebelión por la democracia, 2008; Luis González de Alba Los días y los años, Gilberto Guevara Niebla La democracia en la calle.
Niebla La democracia en la calle. Crónica del movimiento estudiantil mexicano, 1988; y Paco Ignacio Taibo II, 68 (1991). Finalmente, se cuenta con un interesante bagaje del conocimiento crítico que nos dejó José Revueltas en uno de sus manuscritos refiriéndose a la experiencia que dejó el movimiento estudiantil de 1968, y que se encuentra plasmado en las consideraciones sobre una posible
autogestión académica y contar con una democracia cognoscitiva:
...la autogestión implica la libertad máxima de la conciencia, su ejercicio múltiple y la más amplia e irrestricta concurrencia de corrientes doctrinarias, ideológicas, políticas y teóricas, situadas en la posición de un antidogmatismo radical.
De este concepto teórico de la autogestión se deriva también su propia praxis, tanto a nivel de disciplinas humanísticas como de las disciplinas técnicas, al mismo tiempo que el conocimiento crítico, activo, revolucionador de la sociedad.