Entre lo onírico y la cotidianidad, Jorge Lara Rivera se considera un poeta de instinto y del instante; escribe a diario con entereza y disciplina, pero afirma que los relámpagos de inspiración son selectos.
Jorge Lara es un escritor que ha dedicado más de la mitad de su vida a la escritura de versos, a tal grado que hay un Premio Nacional de Poesía Joven que lleva su nombre.
Nació en Mérida y alrededor de los 17 años comenzó su encuentro con los versos; desde entonces ha permitido que esta expresión literaria se apodere de sus letras, sentires y su forma de apreciar la vida.
En su infancia, se recuerda a sí mismo como un niño que solía disfrutar de los juegos, pero había uno que era su favorito: recortar de las revistas y periódicos letras de todos los tamaños y colores, con las que podía crear nuevas palabras y luego oraciones.
Un hombre honesto de sonrisa amena, tiene en la memoria aquellos instantes en los que en la primaria participaba en los concursos de declamación que le permitían admirar el poder de las palabras: “Fue hasta la adolescencia cuando comencé a atreverme a pensar y expresar en verso. Yo escribía todo el tiempo y compartía mi material con amigos, y aunque no todos comprendían lo que escribía, no dejé de hacerlo hasta hallar el círculo adecuado”.
Fue hasta 1980 que al entrar a un taller literario de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) comenzó a pulir su pluma y también a tener más ojo crítico para leer las colaboraciones de sus compañeros.
Con la asesoría del escritor Joaquín Bestard Vázquez, él y otros amigos se atrevieron a escribir y explorar en la poesía una forma de expresión que, de otra manera, no encontraban cómo hacerlo.
Jorge Lara ha dedicado más de la mitad de su vida a la escritura de versos
A pesar de que al inicio el taller dirigido por Bestard Vázquez y otros maestros iba más enfocado a la prosa, al ver el interés de jóvenes como Jorge Lara, retomaron también los talleres de poesía.
Antes de hacer uso de las instalaciones de la universidad, los entonces jóvenes poetas escribían en los cafés, en parques, en las calles donde
decidían escribir sin prisas ni presión y a veces, como si de una actividad ilícita se tratara. Al decidir usar ese espacio que se les ofreció en la UADY, Lara Rivera apropió la experiencia y fue cuando decidió publicar sus primeros poemarios; a la par comenzó escribir para la revista llamada Contraseña.
Aunque a lo largo de 40 años ha escrito cuentos infantiles, novelas, ensayos, artículos periodísticos, la poesía lírica ha sido su mayor pasión.
Admite que es complicado cuando a un autor le preguntan sobre qué suelen escribir, porque es una confesión sencilla: solemos escribir de lo mismo.
“Siempre me centro en el sentimiento íntimo de la persona en el mundo, el asombro ante el cosmos, la naturaleza y la reflexión sobre el paso del tiempo”, describió.
Para él, el confinamiento provocado por coronavirus (Covid-19) no hubiese sido el mismo sin la literatura, es más, califica que lo habría sentido como insoportable.
“Si no hubiéramos tenido libros, sin la poesía, los cuentos, las novelas, la situación habría sido insoportable, insostenible porque la palabra, sana, salva y ayuda”, precisó.
Confiesa que en medio de la pandemia, realizó escritos que en otra circunstancia no hubiese escrito, tal como el hecho de ir al supermercado como si de un asunto de supervivencia se tratara.
“Uno escribe a diario por disciplina, aunque posiblemente sean palabras que deseches después. Escribir textos oníricos me gusta porque es el escape de la vida misma, donde no reina la pandemia, donde seguimos siendo dueños del mar, de las noches estrelladas y del viento que sopla a través de los siglos”, apuntó.
Entre su familia lectora, sí es el único que ha publicado y ha ganado premios por textos como Las hormigas han vuelto, Memorias por la orilla del Éufrates, Friso y otros.
Escribir equivale a ser exhibicionista, considera el poeta
Para él, sus premios han sido
sorpresa y azar... “otras veces no
gané”, pero no ha dejado de escribir.
Escribir, para Jorge Lara es
equivalente a ser exhibicionista,
pues todas las personas buscamos un lugar en el mundo y los
escritores lo encuentran así.