Para Manuel Iris, la poesía es una forma de articular la “común desesperanza”

La pandemia brindó al poeta campechano la oportunidad de terminar textos que tenía guardados
ABRAHAM BOTE
Mérida, 21 de Marzo de 2021

En entrevista telefónica, el poeta Manuel Iris evoca esos mensajes que le daba su abuelo, que ahora son más palpables y le tocan más el corazón y el alma: “La vida sencilla es la que más vale la pena sostener... la fragilidad de todo es evidente, todo puede acabarse en cualquier momento”.
Los momentos complicados que ha ocasionado esta pandemia del Covid-19 hacen evidente que la poesía es muy necesaria y recurrida para expresar nuestros sentimientos, desesperanzas y temores ante un posible desenlace fatal.
“La poesía ofrece una posibilidad de articulación de la común desesperanza”, reflexiona, pero el poeta no es un ser humano que está más allá de los demás ni es una persona que sabe más, no nos muestra el camino correcto a seguir, pero es quien tiene la capacidad de transmitir, con las palabras justas, la común desesperación.
“Tiene la capacidad de decir lo que todos los demás queremos decir, y en algunas ocasiones, puede traducir el silencio de los demás”, señala.
En estos momentos de crisis, la poesía nos brinda la posibilidad de articular, de decir con palabras lo que sentimos, pensamos y tememos; y al mismo tiempo, ante el miedo de un final, nos demuestra que, a pesar de lo efímera que es la vida terrenal, la trascendencia existe. “La vida no se acaba con el cuerpo, hay algo más”.
El escritor no se atreve a afirmar que la poesía es un medio para salvarnos a todos, como humanidad, pero en lo individual algunas personas pueden y han acudido a ella para darle sentido a su vida en cierto momento, como los que se están viendo, para encontrar las palabras necesarias a su desamparo.
Al final reformula su respuesta:

“La poesía sí puede salvarnos, pero no a todos… no hace nada por las masas”

Perder el miedo

Manuel es un poeta originario de Campeche, pero con el alma y corazón de Yucatán, donde creció y vivió muchos años. Actualmente reside en la ciudad de Cincinnati, Estados Unidos, donde fue reconocido como “Poeta Laureado de la ciudad de Cincinnati, Ohio” en 2018.

En entrevista para La Jornada Maya, señala que la crisis sanitaria le hizo escribir algunos textos, pero, sobre todo, publicar algunos que tenía en el baúl esperando ver la luz.
Al principio de la pandemia le fue muy difícil escribir; experimentó un bloqueo creativo. Se dedicó más a leer y revisar algunos textos que había escrito desde hace tiempo. Además, confesó que, como a muchas personas, le ayudó a poner perspectiva lo que es importante, lo que vale la pena, acercarse a la familia, amigos y amigas.
A la par de vivir en este encierro obligatorio, también estaban la posible reelección del ex presidente Donald Trump y las protestas del movimiento #BlackLivesMatter. “Fueron meses muy fuertes y movidos, que no voy a olvidar”, manifiesta.
Para el escritor, todo esto le ayudó a escribir poemas y revisar textos que había empezado antes de la pandemia, poder terminarlos, pero con un nuevo punto de vista. Tenía temor de publicar estos trabajos porque dejan ver un lado más íntimo y personal: su relación con Dios o su paternidad. “Me daba temor publicar porque eran muy íntimos y fuera de las modas literarias actuales”
Hubo tiempos complicados, cuando muchos amigos y seres queridos se enfermaron, otros fallecieron y no pudo despedirse; incluso él se contagió de Covid-19. Toda esta situación le dio el impulso para dejar de negociar consigo mismo y sacarlo. Como resultado, uno de sus libros salió el diciembre pasado en Venezuela y otro verá la luz próximamente en México y en Estados Unidos. “Si todo se está yendo al carajo de cualquier manera, decidí hacer lo que me dio la gana”.
Indicó que la poesía cobró mayor relevancia en esta pandemia, y esto se ve plasmado en que la gran mayoría de los premios importantes sobre literatura en el mundo, que se dieron en 2020, recayeron en manos de poetas.
Dijo que esta crisis sanitaria acomodó sus prioridades, la vida sencilla es la que más vale la pena sostener y fomentar; la fragilidad de todo es evidente, todo puede acabarse en cualquier momento. “Me dejó la voluntad de no negociarme, y de sólo escribir con absoluta honestidad conmigo mismo”.

"La contingencia sanitaria me dejó la voluntad de sólo escribir con absoluta honestidad conmigo mismo"
Cuarentena
Manuel Iris
Obligados a asistir al simulacro
de nuestra propia extinción
podemos afirmar con absoluta confianza
que nuestra ausencia caerá sobre el mundo
como lluvia fresca,
como el acorde necesario para abrir
la sinfonía del futuro.

Da gusto la presteza
con que el planeta puede sanar
del daño que le han hecho
sus inquilinos humanos:
luego de un par de semanas sin turistas
los canales de Venecia tienen peces.

Un jabalí camina con sus hijos por las calles de Roma.

La renovada pureza del aire
en el mismo pueblo en que inició la pandemia
podría salvar la vida de miles de personas.

El cielo, otra vez, le pertenece
sus legítimos dueños.

Naturalmente, el mar
tampoco nos extraña
ni lo harán las montañas, el desierto,
la selva o la tundra.

Nuestro planeta seguirá su baile
sin nostalgia.

A nadie le hará falta Debussy.

El Guernica será masticado
por alguna cabra silvestre
y convertido luego en abono para plantas.

Es decir: convertido en vida.

Disculpará quien me lee
que tal metamorfosis no me parezca mal
puesto que el tema, el terrible
tema humano de ese cuadro
será obsoleto en ese nuevo,
primigenio mundo,
y porque nadie puede lamentar
que se pierdan los motivos
para pintar el Guernica.

Porque debe celebrarse el milagro
de toda la belleza que nunca merecimos.

Puedes escuchar Cuarentena, en la voz de Manuel Iris