Vivir la vida con ritmo, como aprendió de la poesía, exhorta Miguel Ángel Cocom Mayén

El mejor consejo para ser escritor es escribir, así, en medio de todo un escombro de palabras, con suerte encuentras una frase con la que sea posible construir algo, señala
ITZEL CHAN
Mérida, 21 de Marzo de 2021

Inició alrededor de los 11 años escribiendo prosa casi atropellada, pero honesta, Desde entonces, Miguel Ángel Cocom Mayén no ha dejado de escribir hasta encontrarse con lo que él llama de manera caprichosa “poesía palindrómica”, literatura que ha plasmado en su tercer libro próximo a publicar, Deidad Devuelta.
Miguel, como millones de personas, se encontró como barco en altamar cuando fue declarada la pandemia por coronavirus (Covid-19) y antes de saltar y abandonar la embarcación, decidió escribir.
Desde 2018 se adentró en la magia y la espiral de los palíndromos, pero durante 2020 comenzó a hacer poesía con esta figura retórica, resultando así un compendio de más de 50 textos reunidos en su tercer libro.
Cocom Mayén escribió antes los poemarios De Mérida roto y Atar de ser maya, títulos que dan una idea de lo mucho que les gusta jugar con las palabras.
Nació y vivió alrededor de 30 años en la Ciudad de México, Yucatán lo adoptó desde hace una década y en este estado ha reunido sus palabras en libros.

Escritor en ciernes

Su padre, un médico militar nacido en la zona henequenera de Yucatán, sembró, sin saberlo, la semilla de la lectura en aquel Miguel de ocho años, pues la colección del comic Asterix le provocó el gusto por la literatura.
La primera noción de escribir algo fue a los 11 años, cuando intentó llevar una especie de diario en el que narraba todas las situaciones vividas en su transición de niñez a adolescencia.
“Planteaba escenarios muy simples: lo que había vivido en la escuela, sobre la dinámica en casa, lo que pensaba, sentía y me molestaba. Fueron bocetos de prosa, recuerdo que no era riguroso en cuanto a sintaxis y ortografía. Seguro fui libre porque no había una jaula para encerrar a ese animal que es la escritura”, admitió.
Durante un año hizo ese ejercicio para luego quedar en sus recuerdos, pues a la fecha ignora si ese diario fue olvidado en alguna mudanza o simplemente fue consumido por el polvo y el tiempo.

Años más tarde, cuando los juegos de infancia comenzaron a quedar en la memoria, a sus 18 años comenzó a escribir con mayor reconocimiento y conciencia.
Su primer contacto verdadero con un escritor fue con Eusebio Ruvalcaba, cuando por azares de la vida leyó Un hilito de sangre.
“Ahí descubrí la magia de la escritura porque estaba casi seguro que quien lo escribía tenía mi edad, pero no, el autor tenía alrededor de 40 años”, recordó.
Con Eusebio, Miguel formó una amistad un tanto efímera que valora porque él le dio el empuje para reconocer que lo que escribe vale ser leído.
A tal edad, Miguel destinó libretas enteras a escribir poesía, género que le ha permitido hablar en endecasílabos sobre sus pasiones, la belleza y ternura del amor, la relación con su hija, padre y abuelos. “La poesía me ha dado herramientas para mi desempeño cotidiano; la poesía me ha enseñado que tienes que vivir la vida con ritmo”, agregó.
De la poesía aprendió a contar sílabas, al mismo tiempo que fluye y se cuestiona si se pueden decir las cosas de una mejor manera. Es así como llegó a la poesía palindrómica, a las frases que se leen igual de derecha a izquierda y viceversa.

Poesía palindrómica

““El mejor consejo para ser escritor es escribir, así, en medio de todo un escombro de palabras, con suerte, encuentras una frase con la que sea posible construir algo, el inicio de un palíndromo”, puntualizó.
Él reconoce que el palíndromo es la forma más precisa del juego con el lenguaje y que puede durar desde 30 minutos hasta una semana en construirse.
“El palíndromo es el familiar extraño en el árbol genealógico de las figuras retóricas, pero es una figura en la que caben todos los géneros literarios, por eso hago poesía”, apuntó.
Para Miguel, palíndromos de Julio Cortázar, Rubén Bonifaz Nuño, Aurelio Asiain, Pedro Poitevin y Anthony Etherin, han sido inspiradores.
Miguel asegura que la vida tiene tinte palindrómico, bien o mal hecho, depende de cada autor y su ritmo.

El palíndromo es el familiar extraño en el árbol genealógico de las figuras retóricas, pero es una en la que caben todos los géneros literarios
LA USUAL SÍLABA
Miguel Ángel Cocom Mayén
A mi rabia y a ti, veloz, oral; si acá se revelaba
débil eco, ya mi claro proclamo viva seco, ¿acaso
cava cabal isla usual?
Ya mi náyade salaz ir, eleva, acá posa magia,
conato, gala. Ave, un árbol aroma si se tala, mala
tesis, amoral obra nueva.
A la gota no caiga más opaca, ave le riza la seda y
anima, y la usual sílaba cava cosaca.
¿O cesa vivo mal, corporal cima? Yo, célibe, daba
leve resaca. Isla rozó, levita, ya iba rima.