Poco esfuerzo del gobierno para que los libros lleguen al interior de Yucatán

JUAN MANUEL CONTRERAS

Para el promotor editorial Andrés Silva Piotrowsky, la lectura es un elemento transformador. Es ahí donde radica la importancia de que Yucatán cuente con un entramado que permita hacer llegar la promoción editorial a cada uno de sus rincones. Lamentablemente, dijo, no existe un programa consistente para tal efecto.

“Muchas veces los programas culturales son la ‘caja chica’ de las elecciones”, afirma el ex servidor público
Foto Rodrigo Díaz Guzmán

“No hay un programa editoral consistente en las instancias del Estado, afirma el promotor editorial, Andrés Silva Piotrowsky”

Andrés Silva ha dedicado los últimos 30 años al desarrollo de proyectos editoriales en estados como Oaxaca, por ejemplo, en donde, junto con el escritor Abelardo Gómez Sánchez, sentó las bases de iniciativas enfocadas a la producción literaria.
Al llegar a Mérida, Andrés y su equipo presentaron un proyecto para generar un programa de ediciones en el entonces Instituto de Cultura, ya que solo existía una instancia que se dedicaba a esta labor de manera muy esporádica, la dirección de Literatura que encabezaba Roger Metri Duarte.
No existía como tal un departamento de promoción editorial. Al cambiar la administración, contó, con la entrada del panista Patricio Patrón Laviada, se incorporó al equipo del Instituto Óscar Sauri Bazán, quien invitó a Silva Piotrowsky a colaborar en dicha dependencia.
Ambos hablaron de la necesidad de crear un proyecto de promoción editorial que contemple la elaboración sistemática de libros, priorizando la producción literaria -o de cualquier índole- ya que había una carencia muy fuerte en ese ámbito; “y nunca había presupuesto”.
“Esto nace de una serie de conversaciones en las que coincidimos con que el Estado mexicano, como entidad política, nunca toma en serio la producción editorial, salvo contadas excepciones, como lo que se hizo en Oaxaca”, detalló.

En Yucatán hay condiciones para crear una dirección general de publicaciones autónoma, con aportes de toda la administración pública: coordinador de LJM. Foto Juan Manuel Contreras

Falta de recursos

Es así como, estando al frente del Instituto el arquitecto Domingo Rodríguez Semerena, logró asignarse una partida anual para incentivar la producción literaria en Yucatán.
“Aquí nos enfrentamos a un problema de concepción, porque está bien tener dinero para hacer libros, pero ¿quién va a determinar cuáles? Por eso formamos un consejo editorial en el que establecimos la línea de lo que se publicaría”, expuso Silva. Recordó que, durante la gestión del gobernador Francisco Luna Kan se publicó la Enciclopedia Yucatanense, pero no se tomó en cuenta que una de las etapas más complejas del proceso es la distribución de los libros. Además, dijo, hay un tercer paso.

“No basta con hacer llegar los libros a través de una distribución gratuita en la red de bibliotecas del estado, hay que hacer que la población se acerque a la lectura y eso es también parte de la producción editorial” y, reiteró, “en la administración pública, el problema siempre es la falta de recursos”. “Ya sabemos que muchas veces los programas culturales son la ‘caja chica’ de las elecciones”, añadió.

Los libros transforman

Es en ese sentido que Andrés Silva lamenta que actualmente no exista un programa editorial consistente, no hay publicaciones ni colecciones de libros que provengan del Estado, asegura. Cada determinado tiempo hay publicaciones de organismos, pero no hay una sistematización.
“Tampoco he visto que salgan a decir que hay un programa editorial, de distribución, un consejo o lo que están haciendo en las comunidades; alternativas digitales en el marco de la pandemia en conjunto con la red de bibliotecas o las escuelas. Iniciativas que tendrían que provenir del Estado”, sentenció.
Dentro de la producción editorial, expuso, también está la generación de públicos, la cual implica un trabajo consistente de seguimiento a través de clubes de lectura, por ejemplo. “Porque no basta leer, se necesita una práctica constante para la comprensión de lo que se lee”.
“Ahí se puede incidir en ciertos grupos sociales, sobre todo en los jóvenes para hacer de la lectura un hábito que les ayude a ser mejores personas, mejores ciudadanos y que al final tenga un beneficio para la colectividad”.
“Los que hemos sido lectores desde niños sabemos que los libros te transforman, brindan un panorama más amplio del mundo y permiten adquirir herramientas para fomentar el humanismo, lo que redunda en un mejor tejido social”, opinó.

Una huella histórica

Cuando Óscar Sauri y Andrés Silva estaban en la dirección de Literatura demostraron que, en el estado, dada su reserva intelectual y de producción literaria, era necesario establecer una dirección general de publi- caciones con autonomía de producción, pero con participación de las dependencias para su sustento.
“En aquel momento propusimos que cada instancia perteneciente a la administración pública aportase un mínimo porcentaje de su presupuesto anual para fomentar las publicaciones y, por ende, la lectura”, explicó. En este ejercicio propositivo implicaron una horizontalidad en la forma de asignar recursos, es decir, no tendrían que etiquetar a una dirección general; sino que, mediante una propuesta del Ejecutivo, cada institución otorgaría un porcentaje de sus recursos para dicho fin.
“Entonces que el gobierno estatal centralizase en esta instancia todas las publicaciones. Por ejemplo, iniciativas de pequeñas localidades yucatecas que tengan documentados datos sobre su municipio y publicar una enciclopedia con esta información”.
“Existen muchas iniciativas que no han tenido cauce sobre cada municipio y es un trabajo muy interesante, porque es documentar la historia desde la perspectiva de la gente que nació ahí y participó en su fundación. Una huella histórica”, concluyó.

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