El libro es un transmisor de ideas. Mediante él conocemos ensayos, relatos, fantasías e interpretaciones. Sin el libro no seríamos lo que somos, para bien y para mal, menciona Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica (FCE).
En entrevista con La Jornada Maya, el autor de Cosa fácil (1977), Ernesto Guevara, también conocido como el Che (1996) y la trilogía Patria (2017), destacó que “el hábito de la lectura en la infancia se produce casi naturalmente, sólo haya que apoyarlo a través de buenos libros y sistemas de distribución que lleguen a todos para que no haya niño que no pueda tener acceso a un libro.
Entregarle un libro a un niño es fundamental, es darle un instrumento vital con el que va
a tener que estar la vida entera, pero se trata no sólo de enseñarle a leer, también es crearle el
placer de la lectura, que lo tiene ahí y nada más hay que ayudarle a que lo construya”.
Hay un fenómeno natural de lectura en la
infancia, donde el menor le pide a sus padres que
le lean por la curiosidad de saber qué dice lo que
está a su alrededor, pero más adelante, en la adolescencia, este gusto se distorsiona y la lectura se
convierte en una obligación “y ahí es donde hay que poner el acento: ganar a los jóvenes con la
idea de que la lectura es placer, descubrimiento, sumersión y no sólo la tarea o el trabajo escolar”.
Explicó que históricamente México en términos generales ha seguido una estrategia errónea, pues se ha intentado fomentar la
lectura de
manera autoritaria: “‘eres burro si no lees’, y así
no funciona, jamás ganarás a un adolescente
con una propaganda de este tipo; hay que ir por
el camino opuesto: aquí está este libro y te va a
volar las neuronas si le entras, tú decides”.
Condenó las “campañas moralinas” en torno a
la lectura que invitan a apagar la TV y abrir un libro
o no ir al futbol, pues “no hay que contraponer
otras formas de diversión y placer. El libro tiene
que competir en razón de igualdad con el resto de
los espacios de ocio y aprovechamiento del tiempo
libre que hoy existen”. Faltan campañas provocadoras para fomentar la lectura en los adolescentes,
sin importar si ésta se realiza en papel o digital.
“No nos angustiemos, hay sectores como
los ‘intelectotecnócratas’ que aseguran que el
mundo digital es el futuro, y tal vez lo sea pero
en un país como éste no le puedes pedir a un
adolescente que tiene acceso digital que lea una
novela en el telefonito; le puedes pedir que lea
un poema y hacerle llegar ese poema, pero una
novela, necesita el papel. Dejemos de pelearnos
con la técnica y usemos la técnica”.
Ahondó en su faceta como autor, donde “cada
libro es diferente” y no caben las generalizaciones: “a veces escribo una novela policiaca
porque quiero transmitirles una visión diferente y al mismo tiempo entretenerlos, o escribo un
ensayo porque quiero contar una historia que me parece importante que se mantenga viva”.
En el caso de la novela, tiene que explicarse en sí misma y el recurso de encontrar una palabra perdida no puede ser la norma; “la novela que debes leer con un diccionario al lado no es muy buena que yo diga”.
“La literatura siempre ha sido un elemento educador de la sociedad, y no menor, se dice que un libro no puede cambiar el mundo, pero ¿cuántos libros no han cambiado a escalas diferentes el mundo en el que vivimos? Si no provocaron revoluciones, estuvieron en ellas, las animaron, les dieron contenido y profundidad o las narraron”.
El FCE creó la colección Vientos del Pueblo, disponible en todo el país; son libros con ilustraciones cuyos precios van de nueve a 20 pesos, con tirajes de 40 mil ejemplares, con el objetivo de hacer más accesible la lectura
y cada jueves desde su página de Facebook se transmite República de Lectores, a las 20 horas.
El fondo hace un guiño a la península de Yucatán con su más reciente publicación: Suku ́un Felipe, de la autoría de Armando Bartra, una biografía novelada de Felipe Carrillo Puerto, gobernador de Yucatán y luchador incansable por la justicia social, cuyo nombre lleva uno de los municipios de Quintana Roo.
En sus propias palabras, la tarea de Paco Ignacio Taibo II al frente del organismo ha sido básicamente abandonar los programas formales y darle un impulso a la educación informal: “hemos
prosperado notablemente a lo largo y ancho de todo el país, creado clubes y salas de lectura; esto junto con el estímulo a las bibliotecas y los planes de difusión a través de ferias del libro y encuentros virtuales. Eso en cuanto podamos salir de la pandemia va a dar resultados importantes en el aumento de lectores en este país.
“Para algunos hemos llenado las expectativas... para otros no... para unos somos los locos apaches que están tratando de bajar el precio del libro a como dé lugar en el país, los que lanzaron colecciones populares, los que mantienen el viejo catálogo del fondo vivo y activo, depende de quién te quiere y quién no te quiere. El mundo del
libro es también un mundo en conflicto”, señaló.
No hay un libro para todos, hay un libro para cada uno, por lo cual -dijo-
no se atreve a dar recomendaciones:
“no es lo mismo hablarle a una adolescente de escuela de monjas, a la que le recomendaría que leyera El
amante de Lady Chatterley, que hablarle a un compañero trabajador del
campo que apenas domina la lectura”.
Se mostró contrario a contabilizar cuántos libros lee en promedio una
persona, pues “esa es la cifra que paraliza y no la que moviliza, es una cifra intrascendente. El punto es: ¿quisiera leer más y no lo sabe? ¿Tiene los libros que le gustaría leer? O sea, las
preguntas reales son otras...”
Aseguró que es evidente que la
pandemia ha disminuido el número de
libros que se produce, “teníamos las
imprentas semiparadas y tuvimos que disminuir el ritmo de producción, teníamos las librerías cerradas, la distribución con la mayoría de los trabajadores mandados a su casa y pagando los salarios, o sea, la pandemia pegó duro”.
En los meses del confinamiento lanzaron campañas como Quédate en Casa Leyendo, que tuvo éxito entre la población.
Invitó a los autores, sobre todo a los jóvenes, a seguir creando para enriquecer la oferta de lectura para la población.