La especialista resalta que la hamaca ocasiona el estímulo vestibular que impacta en el oído y ocasiona equilibrio, tono muscular y la organización del cuerpo entorno al movimiento, por lo que, no solamente no encuentra contraindicaciones para usarla, sino que además comparte que tiene muchos beneficios.
Desde su trabajo profesional, en el área infantil, explica que cada persona tiene necesidades diferentes, dependiendo de su situación (lesiones, prematuros, etc) o discapacidad, hay quienes tienen movimiento nulo y necesitan darles estímulos vestibulares para coordinar el cuerpo brindando al paciente un movimiento más normal y con posturas más adecuadas, objetivo que logra la hamaca.
“En Yucatán tenemos esa ventaja, muchos niños de por sí usan hamaca y eso les va a ayudar a dormir mejor, a tener un mejor estado de ánimo”
Compara que en una cama no se tiene movimiento porque el colchón es una base blanda que “absorbe el cuerpo”, con lo que la persona se encuentra entre el colchón y la gravedad que le empuja, sin ofrecer esta oportunidad de movilidad.
También recomienda antes la hamaca que una carriola para las infancias, pues el roce muscular con las paredes también estimula que se muevan, a diferencia de la carriola.
Apunta que incluso en la fisioterapia se puede colocar una hamaca a baja altura y pedirle al infante que entre y salga solo porque le provee de fuerza, coordinación y organización mental, además de otros factores. “Todo eso podrías usarlo desde un punto de fisioterapia”.
Abunda que incluso fuera de la fisioterapia, es un objeto que relaja, a tal punto que las y los niños se duermen en hamacas, coches y, en general, con el movimiento porque es calmante.
En el caso de pacientes que tienen mucho daño, resalta que si nadie los mueve no se moverán por sí solos y en la hamaca naturalmente se está entrenando el sistema vestibular. “Y empiezas a tolerar la sensación de movimiento”.
En ese sentido, destaca que muchas veces al inicio de la terapia las personas suelen estar temerosas al movimiento o cambios de posición, “una recomendación para la casa es meterse a la hamaca para que vea que el movimiento es agradable”.
Y, aunque en primera instancia, para quienes no conocen la hamaca o nunca se han subido a una puede resultar una experiencia que les asusta porque sienten que se caerán, apunta que favorece la memoria de trabajo, pues “no es me tiro como sea”, sino que tiene una forma en específico que requiere de trabajo cognitivo y procesamiento mental, a diferencia de “solo llegar a tu cama”.
Eso sí, dejó en claro que cuando se expresa de este modo, habla sobre la hamaca yucateca tradicional y no las de tela con palos en los extremos.
Luego de vivir cinco años en Escocia ella misma extrañó mucho poder recostarse “a patear pared” como expresaría cualquier yucateco, por lo que aprecia el valor cultural que tiene e incluso recuerda que cuando su papá la fue a visitar en una ocasión le preguntaba en dónde colgaría su hamaca porque solamente duerme allí, pero no tuvo más opción que dormir en una cama.
Entre los beneficios que encuentra, fuera de su labor profesional, destaca que no se requiere de una habitación extra si se tienen visitas, pues basta con hacer una litera de hamacas. “Es un lujo que nos podemos dar en estos lugares”, porque normalmente se necesita un cuarto más o, por lo menos, una cama extra o un colchón inflable.
Sin embargo, ahora se da cuenta de que muchas casas modernas no traen hamaqueros y es algo que cuestiona, pues considera que no debe eliminarse esta costumbre yucateca, aunque se hicieran de una forma más estética o moderna, pero que se pongan.
Por otro lado, cuenta que ha visto algunos hospitales ya la toman en cuenta e implementaron la opción de hamacas para los pacientes y considera que así es como se debería humanizar en todos los nosocomios, pues es a lo que la gente está acostumbrada y no hay mayor justificación para no ofrecerla.