Hericko Delfín es un arquitecto de profesión, titulado por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) y artista plástico que creó Homenaje Pixán, su obra que rinde un homenaje a las hamacas, al tiempo que cuenta su historia y transmite el valor que tienen, no solo para él, sino para toda la sociedad yucateca.
El artista expresa que con su obra quiere transmitir lo que representa la hamaca dentro de la península, pero en especial llevar a la reflexión sobre cómo ha sido de forma cronológica, pues su obra muestra desde la época henequenera hasta las hamacas de hoy en día, hechas de algodón y/o nylon.
Para él, esta serie de 12 piezas es contar cómo la gente ha hecho propio este objeto, con el que vive y convive como parte de su estilo de vida porque es “un fragmento de nuestra sociedad, que nos encanta, nos alberga y nos hace descansar”.
El creador de esta obra puntualiza que se trata de “un homenaje para que pudiéramos reflexionar de nuestra vivencia o alguna historia que pudimos tener de niños y ahora nos haga recordar”.
Menciona también que desde los jornaleros después del arduo trabajo llegaban a descansar en sus hamacas de henequén y, aunque ahora podrían pensar que “pica”, sensibiliza del cansancio que sentían y lo que la hamaca representaba.
Con cada pieza hace mención de cómo la hamaca se ha comportado en la historia de Yucatán; en lo particular, la considera un objeto muy propio de identidad y por eso quiso rendirle honor, pues siente que es una pequeña devolución al Estado de todo lo que le ha dado, en especial en su crecimiento como artista plástico.
Y es que, a pesar de ser un objeto habitual para las y los yucatecos, para esta exposición “la estudié tanto, la analicé”, destacando cómo las personas conviven con su propia hamaca, cómo la cuidan y están en ella, pero incluso la comparten. “Es un objeto que solo el yucateco sabe cómo se puede amar”.
Destaca que la pieza que le tomó más tiempo, detalle y conciencia fue la que llama “instrumento de ausencia”, pues aborda un tema muy sensible, recordando a las personas que se han arrebatado la vida con una hamaca.
No obstante, el tema implicó que fuera muy cuidadoso con la obra, pero que al mismo tiempo le permitiera tocar un tema real sobre el que consideró importante hablar. “Hasta para eso hemos hecho propia la hamaca”.
Además del ensamblaje que él realizó para la obra, contó con la colaboración de tres mujeres artesanas que, no solo le hicieron el urdido, sino que también le enseñaron cómo hacerlo incluso para reparar su propia obra (o hamaca), “es increíble hasta como una terapia”.
Y, aunque reconoce que el urdido no es un trabajo sencillo y le cuesta mucho trabajo, considera que saber cómo se realiza haría que todas las personas valoren aún más sus hamacas.
Por otra parte, recuerda que cuando comenzó a pedirles a sus colaboradoras que le hicieran solamente los brazos o el cuerpo de la hamaca sin brazos, se sorprendían y le preguntaban para qué le iba a servir una sola parte, pero él les dijo que luego les explicaría.
Pues, recuerda, antes de esta serie en honor a esta parte de la cultura yucateca, había hecho una colección de accesorios para diseñadores y también llevaban la temática de la hamaca, por lo que ya les había hecho ese tipo de encargos a artesanos hace seis años aproximadamente.
Esta serie le tomó un año y ocho meses de trabajo, pero es un proyecto que tuvo en mente durante 10 años y, si no lo había realizado, fue, según señala, por la complejidad en los materiales y las pruebas que se requerían, así como su deseo de ser fiel a la idea que tenía.
Aunque le tomó todo ese tiempo poder echar a andar esta obra, fue en medio de la crisis sanitaria por Covid-19 que se encontró trabajando en ella, retomando los inicios de las hamacas con la fibra natural de henequén y mostrando el urdido de esas fibras y de las actuales de forma segmentada en su obra, pues no hay hamacas enteras.
Por eso, no considera que la pandemia fuera una limitante o condicionante para trabajar en su caso, sin embargo, la situación se atravesó y la aprovechó con su proyecto que había tenido por tanto tiempo en la mente y que conocía exactamente cómo quería que fuera.
Y fue precisamente porque su idea era ya muy concreta y específica que, el mayor tiempo de creación, lo ocupó en el ensamblaje, pues su elaboración requería amarres, urdidos, entre otros detalles. “Tal cual la tenía en mente fue que la presenté”.