Carlos y Valeria eligieron Yucatán como destino para pasar sus breves vacaciones y decidieron vivir la experiencia completa reservando en un lugar donde dormirían en hamaca por primera vez.
A sólo dos calles del mar de Sisal, en Hunucmá, se encuentra Casa Balam, un hostal que únicamente ofrece dos opciones: dormir en hamaca o quedarse en una casa de campaña.
“Me relajó mucho dormir en la hamaca, el movimiento me adormeció, no sé, como que me sentí arrullado, como los bebés cuando los carga su mamá”, dijo Carlos luego de pasar una noche en el hostel sisaleño.
Walter Ernesto, dueño de Casa Balam, justamente destaca que, además de los recorridos ecológicos por el puerto, el lugar ofrece los beneficios de las hamacas.
“La primera vez que dormí en hamaca fue en Jalisco, cuando tenía como 10 años, fue una experiencia padrísima porque te subías con los primos y dabas vueltas. Ya que llegué a Yucatán descubrí el mundo de las hamacas y es la manera más fresca y deliciosa de poder dormir ya que se amolda a tu cuerpo y tiene muchos beneficios”, señala Walter.
Otros turistas que visitan el lugar viven la experiencia por primera vez y si en algo coinciden es que dominar la “cama flotante” requiere de práctica.
“Me mareé un poco porque no lograba acomodarme, tuve que dar varias vueltas y me daba miedo de caerme. Al final, me quedé dormida pero creo que por el cansancio que ya traía”, comentó Cristina, una visitante de Chihuahua.
Casa Balam cobra 150 por persona por noche. Las hamacas se encuentran en un espacio techado y cuentan con mosquitero para mejorar la estancia.
Comunidad de la Ciudad de México que reside en Yucatán durmió por primera vez en hamaca al llegar al estado, ya sea por gusto o por necesidad, pero para la mayoría la experiencia ha sido tan grata que ya la adoptaron como cama permanente.
“La hamaca se volvió mi mejor amiga durante el embarazo porque tenía cero tolerancia al calor de Mérida. Me acosté y al final me acomodé atravesada y como tus pies quedan por encima de la cadera me alivió bastante la hinchazón de mis pies”, compartió Edith Martin.
La frescura de dormir en la hamaca es uno de los beneficios que los “chilangos” destacan.
“Para mí, es lo mas delicioso que hay en el universo. De lado, boca arriba, boca abajo, de sniper, normal, atravesada... Es rico, fresco. No necesitas aire acondicionado. Y cuando entra el sereno al cuarto ya te pasas a la cama. Pero en los días en los que hay calor día y noche, sólo hamaca”, dijo Renata Almaraz.
“Cuando llegué a vivir a Yucatán, la casa era semiamueblada y sólo tenía una cama en uno de los cuartos, donde mi hija adolescente dormía como si fuera un congelador que yo no aguanté, y como no tenía trabajo y había que ahorrar me compré una hamaca que fue mi mejor inversión. Desde el primer día dormí súper cómoda y los dolores de espalda que tenía del día se me quitaban. Me pongo una almohada y duermo perfecto”, compartió Blanca Morales.
Aunque para algunos, no es grato pensar en pasar toda una noche fuera de la cama.
“Durante algún tiempo y muchos intentos logré dominarla, pero cada vez que intento dormir en ella me mareo, ese maravilloso vaivén como las olas del mar aún causa estragos”, comentó Gloria Pérez.
“Empecé a dormir en la posición natural de la hamaca por varios meses y tenía dolor de espalda, hasta que descubrí que puedes atravesarte y ponerte en diagonal y es la cosa más rica del mundo, pero momentáneo, a las pocas horas prefiero mi cama”, confesó Joah González.
Todos los entrevistados coincidieron que la hamaca es el espacio más fresco para reposar, pero no cualquiera tiene la habilidad de “domarla” para pasar la noche entera.