Armados con coloridos hilos y sendos bastidores, los internos del Centro de Reinserción Social (Cereso) de Mérida procuran su sustento; y es que más de la mitad de la población penitenciaria de la capital yucateca se dedica al urdido de estas vistosas artesanías; convirtiéndolas en una tradición que data de hace más de 50 años.
El urdido de hamacas es uno de los trabajos más socorridos en el Cereso y se encuentra dentro de las actividades laborales enfocadas en la reinserción social de las personas privadas de su libertad. “Es una actividad muy popular entre ellos”, aseguró su director Francisco Brito Herrera.
El programa de urdido de hamacas es una tradición de más de 50 años en ese centro penitenciario, expuso. La prevalencia del ejercicio se debe, en gran medida, a la alta demanda que tienen estas artesanías a razón de su calidad, ya bien conocida por la sociedad meridana.
Es en la reclusión donde los internos aprenden este añejo arte. Son los compañeros más experimentados los encargados de guiar -literalmente- a sus aprendices mientras la Dirección del Centro les facilita bastidores y carretes para trabajar.
El programa de urdido de hamacas permite a estos artistas privados de su libertad generar un pequeño capital que posteriormente pueden seguir invirtiendo a fin de hacerse de otro tipo de hilos o bastidores que les permitan continuar con el negocio.
Dicha iniciativa representa un gran beneficio para la población penitenciaria, aseguró Francisco Brito, pues además de permitirles generar algo de dinero con la comercialización de las hamacas; es un soporte emocional para soportar la reclusión.
“Les permite tener ocupada la mente y concentrarse en el momento en el que están elaborando las hamacas. Deben estar muy atentos a las puntadas que están realizando; contando las vueltas para sus cambios de colores y los diseños que elaboran”, advirtió Francisco Brito.
Más de la mitad de los internos del Cereso de Mérida se dedican al urdido de hamacas. De una población que ronda los mil 200, explicó su director, un número superior a 700 urden hamacas detrás de las paredes de ese centro penitenciario.
Para inscribirse al programa de urdido de hamacas del Cereso meridano únicamente es necesario cumplir un requisito: tener voluntad. Cualquier interno interesado en generar un poco de dinero a partir de la dedicación que exige esta disciplina, puede aprender.
En el Cereso de Mérida se fabrican diversos modelos de hamacas. Puede encontrarse una amplia gama de colores e incluso con diseños personalizados; como de equipos de futbol, por ejemplo. También las hay en diferentes “puntadas”, como cariocas; punta de agua; canastas y crepé, detalló.
El tiempo que una persona privada de su libertad se toma en elaborar una de estas hamacas es variado, pues depende del tiempo que le dediquen. Los que ya saben, comentó Javier Brito, pueden hacerla en una semana; mientras los inexpertos se pueden demorar hasta un mes.
Lo que sí destacó el director del Cereso, es que la población penitenciaria suele ser muy hábil para estos menesteres. Se toman aproximadamente tres semanas para dominar las distintas técnicas del urdido; y luego las perfeccionan al pasar del tiempo.
En cuanto al rango de precios de las hamacas que se fabrican en el penal, su director mencionó que oscila entre los 800 y 3 mil 500 pesos. Esta variación depende de la técnica empleada, su tamaño y el material con el que están hechas.
Hasta hace unos meses, el Cereso contaba con una pequeña tienda en donde se comercializaban las hamacas que se fabricaban en su interior. Sin embargo, como sucedió con muchos otros negocios tras la pandemia, se vieron obligados a cerrar.
Se contempla la reactivación de esta actividad, aseguró el director Brito, pero mientras tanto, las y los interesados en adquirir alguna de estas vistosas artesanías y apoyar a la población penitenciaria, pueden acudir al vestíbulo del Cereso y conocer la oferta, sin compromiso.