A un año de la salida de la primera caravana de migrantes procedentes de Centroamérica, el panorama político y social de la región ha dado un giro de 180 grados.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que inició el 1 de julio de 2018 de manera informal y de manera formal el 1 de diciembre de 2018, ha manifestado, un día sí y otro también, que estamos abiertos a la migración, sobre todo de los ciudadanos de los países del triángulo norte de Centroamérica.
La migración es un fenómeno que existe desde el inicio de los tiempos. Desde el principio de la historia la gente migró desde África hacia Asia y Europa, cruzó a través del estrecho de Bering de Asia a América y por el Mar Rojo del antiguo Egipto al Israel bíblico.
En el mes de marzo del presente año, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), en conjunto con la Secretaria de Gobernación (SG), emitió un comunicado que lleva por título La política migratoria de México es soberana y busca preservar los derechos humanos.
Uno de los principales desafíos en América Latina es la integración: Los países de la región siempre la han promovido para ser más fuertes en el plano mundial, para ampliar su mercado interno o, simplemente, como protección ante amenazas externas.
La problemática migratoria que enfrenta México derivada del crecimiento, en meses recientes, del número de migrantes centroamericanos que atraviesan nuestro territorio procurando llegar a Estados Unidos, y de las restricciones impuestas por Washington para otorgarles asilo, va más allá del respeto a sus derechos humanos y de las cuestiones de seguridad vinculadas con su tránsito por territorio nacional.