Por si eso no bastara, esa bóveda para almacenar agua tiene una característica que la hace aún más extraordinaria: se trata de un chultún doble, con formas muy similares a las de un reloj de arena. Es un aljibe de dos cámaras, una encima de la otra, ambas unidas por un estrecho túnel vertical. Un ejemplar raro, en un lugar mágico.
Así de inverosímil fue el espacio y el momento en el que el chultún del Palacio del Gobernador se abrió por primera vez en cinco años y el Sol iluminó suavemente sus cavidades. Ahí estaba la primera bóveda del chultún, de aproximadamente 3 metros de profundidad y poco más de 2 metros de diámetro, con un túnel estrecho justo en el centro de su parte más baja -de no más de 60 centímetros de ancho y casi un metro de largo- que conectaba con la segunda bóveda 6 metros más abajo.