La primera imagen monumental de Uxmal, se la llevan Sebastiana Cidzib, Carla Moo, Nancy Tzec y Ana Laura Abnal. Cuatro recias mujeres que criban la tierra frente al que muchos consideran el más bello edificio prehispánico de Mesoamérica. El suyo es trabajo duro y fino; se requiere fuerza y concentración para tamizar toneladas de tierra que después serán la base de otros trabajos y, al mismo tiempo, encontrar hasta la más mínima pieza de cerámica. Cuando los hombres llegan, ellas ya están en sus labores, su diligencia y elegancia las pone un paso adelante incluso de la luz de la mañana. Nadie puede igualar el trabajo enérgico y armonioso de Sebastiana al llenar la pala y arrastrar pesados costales vestida en su blanco hipil, sin ensuciarse en lo más mínimo. Pareciera que ellas cuatro solas pudieran volver a construir Uxmal, si les dieran la oportunidad.
El calor todavía no agobia a estas horas, pero los esfuerzos ya son de titanes físicos y mentales. Huchim, como todos le dicen aquí, dirige a sus huestes en un ejercicio de anastilosis. La dureza de la faena es aún peor que lo enredado de la palabra que los arqueólogos escogieron para nombrar su técnica de trabajo. Anastilosis es el término griego para describir el proceso de restauración de monumentos basado en el análisis preciso, minucioso y documentado de los distintos elementos que caracterizan su arquitectura.
Para decirlo en cristiano, se trata de entender un edificio, su lógica constructiva y estética, los elementos culturales que lo hicieron posible y, con base en ello, proceder a ensamblar las piezas que se tienen. Anastilosis literalmente quiere decir “volver a levantar” y de eso se trata precisamente: Huchim y su equipo analizan, registran, catalogan, le ponen número a cada piedra, lo mismo las que siguen en su lugar que las que están caídas, y tras horas, días y meses de agonizante y riguroso análisis vuelven a armar el rompecabezas original.