La problemática migratoria que enfrenta México derivada del crecimiento, en meses recientes, del número de migrantes centroamericanos que atraviesan nuestro territorio procurando llegar a Estados Unidos, y de las restricciones impuestas por Washington para otorgarles asilo, va más allá del respeto a sus derechos humanos y de las cuestiones de seguridad vinculadas con su tránsito por territorio nacional.
El presidente Donald Trump ha convertido, al parecer con éxito, a la migración centroamericana en la cuestión central de su campaña política para la reelección, mientras que en México el tema ha sido tratado, tanto a nivel gubernamental como en los medios, principalmente como una discusión en torno al respeto irrestricto a los derechos humanos de los migrantes.
En realidad, la migración debe ser considerada como una problemática de múltiples dimensiones, con diversas causas y repercusiones tanto en el ámbito doméstico como en el internacional, pues incluye asuntos de seguridad y de derechos humanos, pero también económicos, de salud, de educación, culturales y de asimilación social. Todos estos temas afectan tanto a los que llegan como a la población que los recibe.
En el caso de México, está también pendiente un diseño gubernamental de líneas globales de política migratoria, así como acciones de política exterior, que afronten este delicado asunto en una dimensión multisectorial.
Ante la llegada de olas de migrantes a nuestro país durante este año, considero que era indispensable, por razones de soberanía y seguridad nacional, el tratar de controlar y ordenar los flujos migratorios centroamericanos.
Por una parte, México no tiene la capacidad ni los recursos (aunque sí la disposición humanitaria y los buenos propósitos) de permitir el acceso irrestricto a su territorio y la permanencia en el mismo, por tiempo indeterminado, de cualquier cantidad de migrantes. Es por esto que quienes que llegan a nuestra casa, si no tocan la puerta, deben al menos presentarse al entrar, para que sea el gobierno quien decida quienes merecen permanecer aquí.
Por otro lado, tanto el Presidente de México como académicos y periodistas de medios locales han expresado su preocupación por que, en su opinión, existe el riesgo de actos xenófobos en nuestro país contra los migrantes centroamericanos. Para enfrentar esta posibilidad, es fundamental que los gobiernos, tanto a nivel federal, como estatal y municipal destinen recursos para apoyarlos.
Respecto al tema de los derechos humanos, hay que destacar que estos aplican a los que llegan y a los que los reciben, pues pueden resultar afectados por la cantidad y características de la población migrante.
Al momento de diseñar sus políticas migratorias, es indispensable que el gobierno tenga en cuenta la preocupación, perfectamente comprensible, de las poblaciones donde los extranjeros se queden a residir, temporal o definitivamente. Los migrantes y sus familias requieren, específicamente para ellos, de lugares apropiados donde vivir, empleos, así como educación y salud, para evitar afectar a las localidades que los acogen.
También son necesarias algunas orientaciones de política exterior que contribuyan a enfrentar el reto.
Además de la colaboración con el gobierno estadunidense en temas de seguridad, hay que definir el apoyo económico y diplomático que Washington debe brindar a México, tanto para llevar a cabo el esfuerzo de seguridad como para atender a las necesidades de la población migrante que permanezca en el país (ayuda que debería buscarse también entre los gobiernos de los países originarios de los migrantes).
México debería coordinarse también con Centroamérica para llevar a cabo acciones conjuntas inmediatas, tanto a nivel bilateral con Estados Unidos y con otros países que podrían colaborar, como a nivel multilateral. El apoyo financiero que el presidente López Obrador ha anunciado para El Salvador y Honduras es encomiable, pero ello es parte de una estrategia cuyos resultados solo se podrán ver a mediano y largo plazo.
Es necesario un plan internacional a corto plazo que logre contribuciones en apoyo a la población migrante que ya se encuentra en México y a la que seguirá llegando, especialmente los deportados de Estados Unidos.