Abraham Bote Mérida, Yucatán

Anselma, la mujer que ha reconstruido tres veces su santuario de meliponas

La cooperativa Kuchil Kaab, de la cual forma parte, está integrada por 20 mujeres

Una nube de abejas meliponas cuelga sobre la cabeza de Anselma Chalé Euan; la siguen a donde vaya. Las acaricia, mientras posan y bailan en su mano izquierda, sin morderla. La mujer ha creado un “santuario” en la subcomisaría de Xcunyá, al norte de la ciudad. Un lugar verde, que alberga un huerto con plantas medicinales, junto a cientos de abejas sin aguijón.

El vínculo especial con sus hijas, “las arquitectas”, como llama a las abejas, es notorio. Las abejas, confiesa Anselma, sienten las energías; si hay personas molestas cerca, o con un enfado u odio, se van y no regresan. El santuario le da mucha paz, y aquí se la pasa todo el día.

En tres ocasiones, la mujer ha tenido que levantar desde los cimientos gran parte de sus colmenas y cajas de abejas meliponas, así como gran parte de su huerto, debido a las lluvias y huracanes que azotan el estado de Yucatán. La última vez, resguardó a todas sus abejas en su casa, dormían con ella junto a su hamaca.

Chalé Euan practica la meliponicultura, crianza de esta abaje ancestral maya. También es médica tradicional, partera, y profesa un amor infinito hacia la naturaleza. Hace 14 años, formó una cooperativa junto con otras mujeres, para la crianza de esta especie, y preparar diversos productos para comer a base de miel. Además, realiza recorridos por su santuario, aunque por la pandemia del Covid-19, los ha suspendido.

Anselma nos abre las puertas de su hogar, ubicada a pocos metros de la iglesia, con estilo gótico, de la comunidad. Gracias a esa conexión con las naturalezas y con experiencias del pasado, sabe que esta temporada de lluvias podría ser atípica; por eso, refuerza sus cultivos y colmenas para protegerlas de las futuras inundaciones.

Al fondo de su vivienda, la imagen cambia: un verde intenso se apodera de la vista; diversas plantas y flores decoran el espacio, mientras uno camina se puede escuchar el zumbido de las abejas. Casi al final del terreno está su meliponario: dos palapas con cajas de abejas. Uno no pensaría que este lugar ha sido reconstruido en tres ocasiones.

“Si vieras como estaba antes, no lo crearías”, dice Anselma, y tiene razón.

Su familia, su abuela, su madre curaban sus males con las plantas, con la miel; con orgullo, dice que es descendiente de médicas medicinales, chamanes y parteras. Su abuela les daba miel a las madres durante el parto, para que tengan fuerza y así puedan “expulsar” al bebé.

Chalé Euan asegura tener una conexión especial con sus hijas, “las arquitectas”

Aunque este conocimiento ancestral lo aprendió de sus abuelos, con el paso del tiempo lo fue dejando; sin embargo, en 2007, lo retomó con mayor fuerza. Gracias a un apoyo de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) fundó, junto con otras mujeres, la cooperativa Koolel Kaab, pero por problemas con el registro del nombre, actualmente se llaman Kuchil Kaab, que significa “lugar de las abejas”.

Al proyecto se unieron 20 mujeres, se dividieron en grupos de cinco y a cada uno les donaron cinco cajas con abejas para empezar su meliponario. Anselma estaba emocionada, pues ama lo que hace, su lugar es éste, la naturaleza, las abejas.

En el año 2011, sufrió una enfermedad que atacó sus intestinos, hasta que le quitaron parte de éste, y estuvo postrada en el hospital varios días. Con todo y esto, en plena recuperación, nunca abandonó a sus “hijas”, ni al grupo de mujeres. Pese a la negativa de los médicos, luego de su operación usó la miel para sanar, cicatrizar su herida en su estómago: “Me decían que no lo haga porque no saben si es buena… ¿cómo no va a ser buena, si mis abuelos la utilizaban para las heridas?”

“La medicina más poderosa y nutritiva y buena es la xunán kab, la miel nativa de la abeja melipona”, destaca.

Tras su enfermedad y operación, sólo se quedó con dos de las cinco cajas que tenía; apenas consiguió ponerse de pie, siguió trabajando hasta poder criar a más abejas.

Las abejas sienten la alegría, y cuando pasa algo o estás de mal humor, baja la población

Actualmente tiene más de 200 cajones y hobones llenas de abejas. Anselma, muy segura de sí misma, afirma que sí tiene una conexión con ellas. “Vengo acá y me siento muy tranquila trabajando, no me muerden, son inofensivas”.

Además, cuando pega su oído junto a sus colmenas, escucha su revoloteo; la energía que irradian llena su ser. “Ellas sienten la alegría, cuando pasa algo, tienes alguna enfermedad o estás de mal humor, baja la población”, explica: no mueren, sólo bajan al sentir malas energías.

Dentro del jardín, su huerto, con sus abejas encuentra la paz, y aunque lo ha perdido todo en tres ocasiones por las inundaciones, todo ha vuelto a retoñar, a resurgir. La primera vez murieron algunas, pero cuando supo que iba a llegar un huracán metió a todas sus abejitas dentro de su casa.

“No sentí tristeza al ver muertas a algunas abejas, sino dolor de saber que se perdió parte de su alimento y sus animales”, expresa; pero también experimentó alegría porque el agua vino a reconfortar, a limpiar todo lo malo.

La miel que producen sus abejas la transforma en productos, desde jarabes de propóleo, con polen y miel, jabones, miel para comer, dulces, entre otros. La miel, destaca, es buena para los ojos, para el dolor de oído, cicatrizar heridas, regenerar tejidos del cáncer, anemia y para aliviar dolores de garganta.

A través de las redes sociales, Anselma envía sus productos a cualquier parte del país y del estado. Más que por el dinero, ella afirma que se dedica a esto por amor a las abejas, para preservar este conocimiento ancestral maya, que poco a poco se va desvaneciendo por el cambio climático, la deforestación o porque ya son pocos que continúan con este legado.

“Las abejas son importantes para que vivan otras plantas, además es importante que las personas consuman los productos locales, la miel pura y virgen”, concluye.

Para mayor información
Celular: 9992288656
Facebook: Kuchilkaab
Instagram: kuchil_kaab
Dirección: Calle 21 entre 22 y 24, Xcunyá