Existen meliponinos que se han adaptado a la ciudad: bióloga
La urbe invadió la vegetación y ocasionó la desaparición de muchas abejas
A pesar de que el hábitat natural de las abejas se sitúa en la selva, hay especies que han logrado adaptarse a ambientes urbanos. Las ciudades han invadido la vegetación, lo que ha ocasionado la desaparición de muchos meliponinos; sin embargo, algunos de estos insectos pueden residir en la urbe y se han quedado entre nosotros, explicó Azucena Canto Aguilar, bióloga del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY).
Durante la charla Meliponinos de Ciudad, organizada de manera virtual por la Casa de Libros José González Beytia, la académica detalló que una de las especies que es posible encontrar en la ciudad es la Nannotrigona Perilampoides, cuya principal característica son sus grandes ojos verdes. Se trata del tipo más frecuente, produce miel y no tiene aguijón. En maya se le conoce como mehenbol.
De igual modo, puede encontrarse la Trigona (Frieseomelitta), que en algunas partes de México se le conoce como zopilota, ya que sus alas se asemejan a las de ese animal. Su nombre en maya es xic o sax xic y también son productoras de miel. Normalmente sus nidos los elaboran con troncos, pero para adaptarse a la ciudad hacen uso de cavidades en las paredes, explicó la bióloga.
anto Aguilar señaló que otra de las especies de abejas que se pueden localizar con frecuencia en la metrópoli es la Partamona Bilineata, la cual pasó de habitar en troncos a poblar las paredes de casas antiguas. Sus nidos están constituidos por una mezcla de tierra y cera que ellas mismas van apelmazando hasta darle forma. Su nombre en maya es chooch xnnuk.
También está la Scaptotrigona Pectoralis -aunque es menos frecuente encontrarla-. Se le conoce como kantsac en las comunidades mayas. Esta especie no es agresiva, no ataca, pero no le gusta que la gente se acerque a las entradas de sus nidos. Para elaborar sus colmenas buscan árboles de ciudad -no se han adaptado a paredes- de ahí su rareza, detalló la académica.
“Su miel es una miel gourmet [...], huelen a coco. Suelen ser de comportamiento nervioso, pero no tienen aguijón, así que no se corre peligro”, expuso la bióloga durante el encuentro.
La menos frecuente de observar es la Lestrimelitta Niitkib, mejor conocida como limón kab. La entrada de su nido es parecida al acceso de las Nannotrigona, sin embargo, la primera posee unas bardas de cera y resina mezclada. Los ojos de la limón kab no son de color verde, sino rojizos, señaló.
Agregó que esta especie hace pillaje, cuando hay abundancia de flores en la ciudad, no tienen problema; pero cuando las plantas escasean tienden a pillar los nidos de otros meliponinos. Los matan y consumen la miel que hayan podido juntar, esto ayuda a mantener las poblaciones de otras abejas, explicó.
Por último, está la Melipona Beecheii, que no es una abeja de ciudad, aclaró. Cuando ve humanos suele ir al monte, pero las comunidades mayas de antes de la conquista la criaban. La especie soporta estar en traspatios y en meliponarios, pero debe procurarse bastante para que esté en la urbe, agregó.
“Es una abeja de un centímetro y medio, robusta y tiene gran importancia para las comunidades. No se le encuentra en paredes”, precisó Canto Aguilar.
Por su parte, el investigador del Indian River County (IRC) en Florida, Carlos Trejo, expuso que “hablar de abejas es hablar de plantas”. Los biólogos y apicultores suelen preguntarse cuáles son las plantas buenas para las abejas; y en especial las meliponas que habitan la ciudad.
“Si me preguntaran, yo no podría citar un libro en el que se pueda saber la respuesta, no existe una base de datos con esa información”, advirtió.
En ese sentido, el investigador aclaró que se trata de información dispersa e incidental, existen artículos de corte científico que mencionan una u otra especie, pero no hay una lista en la que figuren cuáles son las plantas idóneas para la crianza de abejas en la ciudad.
Salvador Flores, otro académico, afirma que en Yucatán hay 849 especies consideradas como melíferas, es decir, 63 por ciento de la flora del estado. Esto significa que más de la mitad de las plantas regionales son buenas para las abejas, señaló.
Edición: Estefanía Cardeña